20/9/07

18 de septiembre

Has dejado en mí el estigma de esta fecha, que hoy nos une más que nunca. Nada puede representar mejor lo que siento, un silencio, una pausa en el tiempo, un suspiro, una ola que dulce, acaricia la orilla cercana de tu recuerdo.
Cementerio que nunca visité, entierros a los que nunca fui, flores que no mandé, saludos que jamás di... Afronto el reto de mis miedos, con la duda de los años, los muchos años que dejan huella en los amigos. Las canciones que no escribí, los besos que no se dan, los cariños que no recibí… Hoy todo eso lo dejo atrás por ti.
Es cierto que no quise en un principio escribir esta columna, no lo niego. Fue el eremita quien desde la higuera, clamó al cielo mi cobardía. ¿La quieres? me dijo, por supuesto, respondí. Dispuesto estoy a dejar grabadas en esta columna, las cosas que no te dije o si te dije pero hoy quiero que las sepa todo el Mundo. Pero tengo miedo Rocío, no el miedo de la copla, sino miedo de no corresponderte. Tiembla mi pulso, cuando esculpo en el mármol tu nombre, se agita el levante, cuando susurra lento el mandoble del cincel en la roca, enmudece la mar, con el beso dulce de tu boca…
Ahora, en la víspera, escribo esta columna en una noche sin Luna, con grillos que despiden el estío y con el eremita apoyado en la higuera recitando a Rafael de León:


“Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna, no hay más que unos ojos que mi vía son”.

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