
Arroja la moneda a la fuente inagotable de tus deseos, deja que lentamente se deposite en el fondo de tu alma, se paciente y observa como sus destellos, te aclaran el camino hasta su encuentro… Encontrarse con los deseos pedidos es siempre emocionante, no siempre recuperas la moneda, pero poco importa, en ese momento no es tu cuerpo quien vive el instante, es tu corazón quien con su latido entusiasta, delata que fue él quien solicitó la prebenda.
Ahora, despierto al Eremita que duerme placidamente al cobijo de la higuera, es la hora sexta y dijo que hoy hablaríamos de símbolos y banderas… Como es costumbre, escucho atento y me reafirmo en mis convicciones… Las banderas que se enarbolan en fiestas son gratuitas y carentes de rigor, acabando sucias y tiradas en las aceras, las que con lágrimas doblamos y guardamos en los cajones del silencio, son las comprometidas, esas nunca pierden un ápice de su significado. Hoy mi bandera es la tuya, esa que no se agita contra nada ni nadie.
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