Corto Maltes tenía la oreja izquierda agujereada según la tradición de los marineros mercantes británicos, colgaba de ella un pendiente con símbolo anarquista. Le caracterizaba una cicatriz profunda autoinflingida con una navaja en su mano izquierda. No presentaba línea de la fortuna, y ¡quiso marcar la suya propia! “Lo que yo sea es asunto mío”.
Ya se que en estos días de patadas cobardes, mercadeo de niños, fichajes millonarios, beatificaciones masivas y religiones que fomentan enfrentamientos, sería impensable que reapareciera Corto Maltes, pero el otro día de plática con el eremita, note que su oreja izquierda delataba haber sido perforada antaño y que su mano – serán cosas mías – permanece de manera habitual oculta bajo las bocamangas del sayo que cubre su cuerpo. No pude por más que preguntarle quien era en realidad, tras unos instantes en los que sus ojos color miel buscaban la Luna llena de estos días pasados, me contesto de manera severa: “Lo que yo sea es asunto mío”.
Desde entonces, albergo la esperanza de levantarme una mañana y encontrarme el sayo colgado en la higuera y al eremita en el horizonte caminando hacía el muelle en búsqueda de nuevas aventuras. Hasta siempre Maltes.
1 comentario:
Hoola Gran Juepu!!!, de pedo leoi mi blog, que hace un año tengo abandonado y te leo. Gran emoción. 50, sin cuenta, que cuenta y mucho.
Me mudé este año y he cambiado de teléfono. Pero mis mail siguen iguales. Te mando un abrazo a ti a la rubia y os escribo pronto. Que los sueños nos unan y la realidad no nos mate.
gustavo " Mojito" Masó
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