Educación.
(Del Lat. educatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de educar.
2. f. Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes.
3. f. Instrucción por medio de la acción docente.
4. f. Cortesía, urbanidad.
Fuente: (RAE).
Creo que sí, que ciertamente abunda por estos pagos una preocupante falta de educación.
Ciñéndonos de manera rigurosa a los criterios del Diccionario de la Real e Ilustre Academia Española de la Lengua, más que nada para aguantarme los machos de puro coraje, no ahondaremos en la herida.
1.- Lo del efecto de educar lo entiendo, no hay nada más que echar un vistazo. No es una crítica gratuita, es una realidad.
2.- La crianza y esas cosas... ¿Quién debe de educar a quién?
Si resulta que el brote lo siembra el inmisericorde, el resultado será acorde.
3.- No es la docencia la que aporta cortesía, aunque colabora.
4.- En resumidas cuentas, aquí era donde quería llegar. Cortesía, urbanidad. Este es el quid de la cuestión, con esta receta bien adobada en nuestros cimientos sociales, dentro de 25 años seremos como queremos ser. Por urbanidad no ensuciaremos para luego criticar la falta de limpieza, por cortesía, atenderemos las necesidades del vecino y compartiremos sus preocupaciones, pero sobre todo por educación, nos mantendremos firmes y lejanos del malvado maleducado, que intenta solapar su incompetencia a la sombra de un melonar.
Seamos educados por favor, es nuestra única esperanza, no es broma.
(Del Lat. educatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de educar.
2. f. Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes.
3. f. Instrucción por medio de la acción docente.
4. f. Cortesía, urbanidad.
Fuente: (RAE).
Creo que sí, que ciertamente abunda por estos pagos una preocupante falta de educación.
Ciñéndonos de manera rigurosa a los criterios del Diccionario de la Real e Ilustre Academia Española de la Lengua, más que nada para aguantarme los machos de puro coraje, no ahondaremos en la herida.
1.- Lo del efecto de educar lo entiendo, no hay nada más que echar un vistazo. No es una crítica gratuita, es una realidad.
2.- La crianza y esas cosas... ¿Quién debe de educar a quién?
Si resulta que el brote lo siembra el inmisericorde, el resultado será acorde.
3.- No es la docencia la que aporta cortesía, aunque colabora.
4.- En resumidas cuentas, aquí era donde quería llegar. Cortesía, urbanidad. Este es el quid de la cuestión, con esta receta bien adobada en nuestros cimientos sociales, dentro de 25 años seremos como queremos ser. Por urbanidad no ensuciaremos para luego criticar la falta de limpieza, por cortesía, atenderemos las necesidades del vecino y compartiremos sus preocupaciones, pero sobre todo por educación, nos mantendremos firmes y lejanos del malvado maleducado, que intenta solapar su incompetencia a la sombra de un melonar.
Seamos educados por favor, es nuestra única esperanza, no es broma.
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