11/4/07

LA REALIDAD


Meditaba el Peregrino retirarse y hacerse eremita, cuando absorto en el camino encontró un trébol de cuatro hojas. Al contrario que al resto de la humanidad, este acontecimiento le trajo de nuevo el desengaño y la desconfianza, por ende la mala suerte, cariacontecido, en vez de romperlo y hacerlo desaparecer para siempre, lo guardó celosamente entre las hojas de un libro, para recordarle lo afortunado que podría llegar a ser si lo perdiera…
Guardamos tesoros que nos hacen sufrir, como quien poseyera la más alta riqueza.
El Peregrino se pregunta cada jornada, porqué el mismo rayo de Sol que un día calentó sus mejillas y le devolvió la sonrisa, regresó transformado en tormenta del Atlántico helando su corazón para siempre. La realidad supera a los sueños y confiamos que al despertar, no sea realidad lo soñado, pero cada mañana, al iniciar de nuevo el camino, nos enfrentamos a los fantasmas de nuestros sueños. Seguiremos anotando las promesas, los incumplimientos y las mentiras que al hacerse evidentes casi no duelen, pero no por ello dejan de defraudarnos. Demos paso a la primavera de nuestros deseos, que no broten en nuestras almas más tréboles de cuatro hojas, ni cizaña envenenada, que florezcan las sencillas amapolas soportando en su frágil tallo el peso de la nobleza en desuso. No está el Peregrino para más, en estos momentos le ocupan otros menesteres, busca desesperadamente al Alquimista que transforme su corazón de hielo en “Tau” dorada, librándole por siempre del frío intenso que atenaza sus manos. Dejemos pues a nuestro amigo en su búsqueda y confiemos en el buen peregrinar de los nuestros hasta la Urna de los deseos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alguien decía... los sueños son realidades de un mundo irreal...

Después de la oscuridad, amanece.

Hoy tengo ese sueño.