Corto Maltés llegó al Puerto de Barcelona en un Barco de Pesca Francés procedente de Marsella. Era el año 1937, la fecha exacta no acude a mi memoria, pero el frío de aquella mañana hiela mi sueño hoy cuando lo hago relato. A buen seguro tuvo algo que ver con los preparativos del ataque aéreo que había sufrido el 28 de mayo de 1.937 el crucero "Deutschland" en Ibiza, pero esa es otra historia.
Su llegada a Barcelona estaba planificada con anterioridad por las Brigadas Internacionales, la Cubana María Luisa Lafitta había conocido a Maltés en la Habana durante una reunión clandestina de revolucionarios antifascistas y le había solicitado su colaboración para determinados actos “sin especificar”. Maltés entró en Casa Segarra, una Taberna próxima a la Rambla donde se come de prestigio. Allí, sentada en una mesa junto al ventanal, se encontraba María Luisa junto a una joven vasca con aromas de mar…
El encuentro fue agradable, Corto apreciaba mucho a María Luisa y a su marido, una pareja de ley. La cubana hizo las presentaciones, Keka Urkitz era una joven de la inteligencia española que serviría de enlace a Corto mientras estuviese a las órdenes de las Brigadas Internacionales y una especialista en Historia del Arte, algo que enseguida hizo que Corto activase su sexto sentido, el del intuir el botín que se barajaba, nunca mejor dicho…
Cuando Mª Luisa había terminado de explicar a Corto los detalles de la misión, nuestro hombre sonreía de una extraña manera, parecía que este trabajito le iba a gustar, se trataba de recuperar la baraja de naipes española que Buenaventura Durrutí usaba en sus partidas de mus, dicha baraja contenía las claves para descifrar los códigos que recibía su columna. Javier, un Dinamitero de Bilbao medio Licántropo, que en las noches de Luna llena organizaba partidas de Mus y aullaba bajo las estrellas cuando ligaba duples era la pareja habitual de Buenaventura. Una de esas noches, un chivatazo provocó la salida precipitada da la timba y el abandono de la baraja que quedó sobre el tapete mostrando el perete del vasco y los gallegos de Durrutí.
Ni que decir tiene que la baraja quedó en manos de los fascistas que sin imaginar el secreto que atesoraban, la usaban en sus partidas de Mus en el Cuartel General.
La Inteligencia Republicana había infiltrado a un Cura andaluz con raíces proletarias en el Cuartel General, y éste había organizado un campeonato de Mus en el que por supuesto estaban inscritos Corto y Keka como representantes de la Prensa Extranjera que cubría la contienda.
Corto sería redactor de Le Monde y Keka su fotógrafa, de este modo y como oriundos del País Vasco Francés, conocían a la perfección el noble y digno juego del Mus.
Las partidas se fueron disputando, mientras tanto la baraja anhelada hacía de las suyas en la mesa central, la mesa en la que jugaba el Capitán Millán, un tocapelotas fascista, pero un autentico diablo con las cartas. Millán hizo suya la baraja y decía que aquellos naipes anarquistas le daban la valentía necesaria a la hora de farolear, algo que por su condición castrense era del todo impensable, ironizaba de vez en cuando sin saberse a ciencia cierta si era verdad o mentira lo que contaba al respecto.
Keka y Corto no habían jugado juntos hasta entonces, pero enseguida conectaron y fueron pasando una tras otra las mesas hasta que consiguieron llegar a la final y, como contrincantes, los esperados Millán y García, éste último un sargento chusquero de Burgos cejijunto que cuando marcaba los duples se le movía la boina con el impulso de las cejas…y desde hace años pareja del tocapelotas de Millán.
Hechas las presentaciones, a Millán no le agradaba la idea de jugar la final contra extranjeros, máxime si uno de ellos era una mujer, por lo que desde un principio se mostró arrogante y grosero, todo un tocapelotas…La carta más alta fue para Keka, Millán, a regañadientes, le cedió por primera vez la baraja, una vez la tuvo en sus manos, el rostro de la chica se transformó, nunca antes Corto había visto esa expresión en su pareja, cuello sonrojado, mejillas rosadas y un brillo en aquellos ojos que presagiaban la victoria y algo más. Varios cortes y con un movimiento rápido de dedos, Keka volteó la baraja 360º para caer lentamente sobre el tapete perfectamente desplegadas en abanico, los extremos de las cartas dibujaban extraños símbolos, al menos eso imaginaba Corto vigilando en todo momento la maestría de su compañera en el manejo de los naipes.
Las cartas fueron llegando a las manos de los jugadores una a una, con suavidad, Corto esperó a tener las cuatro para mirarlas lentamente y depositarlas en el tapete en perfecto orden. Keka cortó el mus en la primera, corrido y sin señas… Tres a la grande, tan ancha, tan segura…una tras otra fueron cayendo las manos y Millán no daba crédito a lo visto. Corto no se inmutaba, dejaba jugar a Keka que disfrutaba de la partida…
Llegó el momento decisivo, realmente sencillo pensó Corto, una buena y listo. Millán era mano, pero el movimiento de su bigotito fascistoide le delataba…Corto se había fijado en el sudor incipiente del bigote del Tocapelotas y de su tic cuando ligaba buenas cartas, era como quien lanza un beso al cielo, su labio inferior elevaba al superior y el bigotito rozaba la punta de una nariz aguileña. Aquella mano Millán había ligado hasta las trancas. Sacando un cigarrillo de su pitillera, lo encendió y lanzo la primera bocanada de humo a la cara de Keka, en ese instante, lanzó un guiño descarado a su compañero que Corto acertó a ver entre las risotadas que soltaban los energúmenos. Llevan la una, cabrones, además seguro que llevan pares y grande de lujo y Corto con medias de pitos con el Rey de oros…medias de seda las llamaba…Millán por supuesto cortó el Mus.
- Keka miró fijamente a Corto, seducción o deseo le dijo…
- Seducción mi niña, seducción, respondió
- Menos charla y más juego voceó el Chusquero
- A partir de ahora no hablaremos, tan sólo nos miraremos, fijaos bien porque con nuestra mirada ganaremos esta partida,
- Eso lo veremos señorita, dijo con tono chulesco Millán, para a continuación meter órdago a la grande. Una para ellos...
Corto iba a meter a la chica con sus medias, pero aquella seguridad de Keka le alertó, “ganaremos con la mirada” dijo. Si, pero la mirada de Corto había visto la una de Millán y eran mano…
Fueron dejando pasar uno tras otros los órdagos como si la cosa no fuera con ellos.
Keka y Corto efectivamente no habían dicho ni una sola palabra, se habían estado observando, conociéndose, como si toda la noche no hubiesen tenido tiempo para hacerlo. Seducción en toda regla, sin versos ni besos, sin luz de Luna. El estigma de caballero de Corto una vez más le obligaba a no dar el primer paso, estaba obligado a ser seducido, nunca a seducir…aunque a veces le resultara tan complicado. Ni una sola palabra, pero se habían dicho tanto… Un gran silencio de emociones contenidas hasta que llegó la hora del juego. En ese momento Keka se armó de valor y fue cuando le soltó a Millán aquello de:
- Capitán, esta partida está llegando a su final y me gustaría apostarme algo con usted.
Millán, con la suficiencia que le daba el darse por ganador de la partida con sus 31, miró a la joven con ese ademán chulesco y aceptó el reto sin pestañear.
- ¿Qué propone señorita? Estoy dispuesto a todo.
- Si perdemos, usted podrá pedirme lo que quiera, repito, lo que quiera, pero si ganamos…
- ¿Qué? Balbuceó Millán con la baba caída pensando en su recompensa.
- Si ganamos me quedó con su baraja Capitán.
Como si aquello fuese un regalo caído del cielo, Millán aceptó de inmediato. Corto no acertaba a entender, o Keka estaba loca, y segura de que la partida se iba al traste se estaba preparando para seducir al Capitán y luego robarle la baraja, o estaba rodeada de realeza…La Real, n´est pas posible, mi niña tiene la Real…tiene tres sietes y la sota de oros.
Millán, como alma que le lleva el Diablo y ansioso por obtener rápidamente su recompensa empezó el envite a juego con otro órdago más, ahí perdió el brillo de sus afilados colmillos y la partida. El final está abierto a la elección del más apasionado jugador de Mus. En mi sueño, Keka y Corto podían haber ganado a la pequeña y a los pares con sus medias, Millán con KKC1 y el Cejijunto con dos pitos cuatro tenían una buena mano, pero mi niña y su silenciosa mirada “Real”, no la de lágrimas negras ganó la partida, para luego y cogidos del brazo, abandonar el Cuartel General fascista con la baraja en el bolsillo, envueltos en la niebla que provoca la humedad intensa de las noches de Barcelona. Ella con una gabardina larga con falda negra ceñida y tacón de aguja y él con su eterno tres cuartos marino de anchas solapas…quien sabe si en mi sueño la noche continúa para ellos en otro lugar.
Su llegada a Barcelona estaba planificada con anterioridad por las Brigadas Internacionales, la Cubana María Luisa Lafitta había conocido a Maltés en la Habana durante una reunión clandestina de revolucionarios antifascistas y le había solicitado su colaboración para determinados actos “sin especificar”. Maltés entró en Casa Segarra, una Taberna próxima a la Rambla donde se come de prestigio. Allí, sentada en una mesa junto al ventanal, se encontraba María Luisa junto a una joven vasca con aromas de mar…
El encuentro fue agradable, Corto apreciaba mucho a María Luisa y a su marido, una pareja de ley. La cubana hizo las presentaciones, Keka Urkitz era una joven de la inteligencia española que serviría de enlace a Corto mientras estuviese a las órdenes de las Brigadas Internacionales y una especialista en Historia del Arte, algo que enseguida hizo que Corto activase su sexto sentido, el del intuir el botín que se barajaba, nunca mejor dicho…
Cuando Mª Luisa había terminado de explicar a Corto los detalles de la misión, nuestro hombre sonreía de una extraña manera, parecía que este trabajito le iba a gustar, se trataba de recuperar la baraja de naipes española que Buenaventura Durrutí usaba en sus partidas de mus, dicha baraja contenía las claves para descifrar los códigos que recibía su columna. Javier, un Dinamitero de Bilbao medio Licántropo, que en las noches de Luna llena organizaba partidas de Mus y aullaba bajo las estrellas cuando ligaba duples era la pareja habitual de Buenaventura. Una de esas noches, un chivatazo provocó la salida precipitada da la timba y el abandono de la baraja que quedó sobre el tapete mostrando el perete del vasco y los gallegos de Durrutí.
Ni que decir tiene que la baraja quedó en manos de los fascistas que sin imaginar el secreto que atesoraban, la usaban en sus partidas de Mus en el Cuartel General.
La Inteligencia Republicana había infiltrado a un Cura andaluz con raíces proletarias en el Cuartel General, y éste había organizado un campeonato de Mus en el que por supuesto estaban inscritos Corto y Keka como representantes de la Prensa Extranjera que cubría la contienda.
Corto sería redactor de Le Monde y Keka su fotógrafa, de este modo y como oriundos del País Vasco Francés, conocían a la perfección el noble y digno juego del Mus.
Las partidas se fueron disputando, mientras tanto la baraja anhelada hacía de las suyas en la mesa central, la mesa en la que jugaba el Capitán Millán, un tocapelotas fascista, pero un autentico diablo con las cartas. Millán hizo suya la baraja y decía que aquellos naipes anarquistas le daban la valentía necesaria a la hora de farolear, algo que por su condición castrense era del todo impensable, ironizaba de vez en cuando sin saberse a ciencia cierta si era verdad o mentira lo que contaba al respecto.
Keka y Corto no habían jugado juntos hasta entonces, pero enseguida conectaron y fueron pasando una tras otra las mesas hasta que consiguieron llegar a la final y, como contrincantes, los esperados Millán y García, éste último un sargento chusquero de Burgos cejijunto que cuando marcaba los duples se le movía la boina con el impulso de las cejas…y desde hace años pareja del tocapelotas de Millán.
Hechas las presentaciones, a Millán no le agradaba la idea de jugar la final contra extranjeros, máxime si uno de ellos era una mujer, por lo que desde un principio se mostró arrogante y grosero, todo un tocapelotas…La carta más alta fue para Keka, Millán, a regañadientes, le cedió por primera vez la baraja, una vez la tuvo en sus manos, el rostro de la chica se transformó, nunca antes Corto había visto esa expresión en su pareja, cuello sonrojado, mejillas rosadas y un brillo en aquellos ojos que presagiaban la victoria y algo más. Varios cortes y con un movimiento rápido de dedos, Keka volteó la baraja 360º para caer lentamente sobre el tapete perfectamente desplegadas en abanico, los extremos de las cartas dibujaban extraños símbolos, al menos eso imaginaba Corto vigilando en todo momento la maestría de su compañera en el manejo de los naipes.
Las cartas fueron llegando a las manos de los jugadores una a una, con suavidad, Corto esperó a tener las cuatro para mirarlas lentamente y depositarlas en el tapete en perfecto orden. Keka cortó el mus en la primera, corrido y sin señas… Tres a la grande, tan ancha, tan segura…una tras otra fueron cayendo las manos y Millán no daba crédito a lo visto. Corto no se inmutaba, dejaba jugar a Keka que disfrutaba de la partida…
Llegó el momento decisivo, realmente sencillo pensó Corto, una buena y listo. Millán era mano, pero el movimiento de su bigotito fascistoide le delataba…Corto se había fijado en el sudor incipiente del bigote del Tocapelotas y de su tic cuando ligaba buenas cartas, era como quien lanza un beso al cielo, su labio inferior elevaba al superior y el bigotito rozaba la punta de una nariz aguileña. Aquella mano Millán había ligado hasta las trancas. Sacando un cigarrillo de su pitillera, lo encendió y lanzo la primera bocanada de humo a la cara de Keka, en ese instante, lanzó un guiño descarado a su compañero que Corto acertó a ver entre las risotadas que soltaban los energúmenos. Llevan la una, cabrones, además seguro que llevan pares y grande de lujo y Corto con medias de pitos con el Rey de oros…medias de seda las llamaba…Millán por supuesto cortó el Mus.
- Keka miró fijamente a Corto, seducción o deseo le dijo…
- Seducción mi niña, seducción, respondió
- Menos charla y más juego voceó el Chusquero
- A partir de ahora no hablaremos, tan sólo nos miraremos, fijaos bien porque con nuestra mirada ganaremos esta partida,
- Eso lo veremos señorita, dijo con tono chulesco Millán, para a continuación meter órdago a la grande. Una para ellos...
Corto iba a meter a la chica con sus medias, pero aquella seguridad de Keka le alertó, “ganaremos con la mirada” dijo. Si, pero la mirada de Corto había visto la una de Millán y eran mano…
Fueron dejando pasar uno tras otros los órdagos como si la cosa no fuera con ellos.
Keka y Corto efectivamente no habían dicho ni una sola palabra, se habían estado observando, conociéndose, como si toda la noche no hubiesen tenido tiempo para hacerlo. Seducción en toda regla, sin versos ni besos, sin luz de Luna. El estigma de caballero de Corto una vez más le obligaba a no dar el primer paso, estaba obligado a ser seducido, nunca a seducir…aunque a veces le resultara tan complicado. Ni una sola palabra, pero se habían dicho tanto… Un gran silencio de emociones contenidas hasta que llegó la hora del juego. En ese momento Keka se armó de valor y fue cuando le soltó a Millán aquello de:
- Capitán, esta partida está llegando a su final y me gustaría apostarme algo con usted.
Millán, con la suficiencia que le daba el darse por ganador de la partida con sus 31, miró a la joven con ese ademán chulesco y aceptó el reto sin pestañear.
- ¿Qué propone señorita? Estoy dispuesto a todo.
- Si perdemos, usted podrá pedirme lo que quiera, repito, lo que quiera, pero si ganamos…
- ¿Qué? Balbuceó Millán con la baba caída pensando en su recompensa.
- Si ganamos me quedó con su baraja Capitán.
Como si aquello fuese un regalo caído del cielo, Millán aceptó de inmediato. Corto no acertaba a entender, o Keka estaba loca, y segura de que la partida se iba al traste se estaba preparando para seducir al Capitán y luego robarle la baraja, o estaba rodeada de realeza…La Real, n´est pas posible, mi niña tiene la Real…tiene tres sietes y la sota de oros.
Millán, como alma que le lleva el Diablo y ansioso por obtener rápidamente su recompensa empezó el envite a juego con otro órdago más, ahí perdió el brillo de sus afilados colmillos y la partida. El final está abierto a la elección del más apasionado jugador de Mus. En mi sueño, Keka y Corto podían haber ganado a la pequeña y a los pares con sus medias, Millán con KKC1 y el Cejijunto con dos pitos cuatro tenían una buena mano, pero mi niña y su silenciosa mirada “Real”, no la de lágrimas negras ganó la partida, para luego y cogidos del brazo, abandonar el Cuartel General fascista con la baraja en el bolsillo, envueltos en la niebla que provoca la humedad intensa de las noches de Barcelona. Ella con una gabardina larga con falda negra ceñida y tacón de aguja y él con su eterno tres cuartos marino de anchas solapas…quien sabe si en mi sueño la noche continúa para ellos en otro lugar.
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