
Chocamos de nuevo contra ese cristal de mentiras, cerramos las ventanas al calido viento del sur y las abrimos para que el gélido norte invada nuestros cuerpos. Negamos la salida de nuestros sueños, como a las moscas su libertad soñada. Entraron sin permiso en ellos, tras las cortinas de nuestra confianza. Puertas abiertas al verano, la humedad nos abandona, y con ella la desesperanza.
El Peregrino vuelve a hacer sus cavilaciones con la urgencia de finalizar su recorrido. Ahora debe de darse prisa si quiere encontrarse con el Eremita y recorrer juntos el camino de las presentaciones. A buen seguro compondrán una nueva versión de la Divina Comedia, para reírse después de sus predicciones. Nada sabemos hermano, sólo son experiencias que acumulamos, no es fácil vivir sin ellas y sufrimos aún más habiéndolas vivido. Ese cristal vuelve a estar ahí delante, pero yo ahora se que tengo que esperar el día que se abra por fin la ventana para que entre el calido viento del sur.
Pero no es fácil, nada fácil si por medio se encuentran los lobos que en la noche afilan sus colmillos esperando que se rompa el cristal, armados de poemas copiados de canciones robadas.
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