Corre el tiempo y gira la luna, pasan los minutos y las nubes, es el mismo tiempo que congela nuestras miradas. Quien nos informa del tiempo no nos da la hora…nos anuncia tempestades y vientos flojos de componente este o aquel…
Vivimos confundidos, tal vez es la locura que acompaña a los habitantes de estas latitudes, esa extraña y calida sonrisa como si nunca supiésemos el día en el que vivimos (bendita virtud) como ahora, que no averiguo si mañana es nubes o si llueve sobre mojado. El Eremita tiene claro quien sueña despierto o lo hace dormido… Ahora dormimos, quizás mañana nos despertemos con lunes sin sol, ríos sin agua, bosques sin sombra, días sin horas y noches sin luna. Lo haremos con campanadas que no marcan las horas, sino las gotas de lluvia que caen de manera impetuosa en nuestras conciencias… lluvia acida de bosques desteñidos.
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