27/11/07

EL MALDITO TIEMPO

Mide el Eremita con su pie de rey, los brotes de la higuera en noviembre, apunta diariamente los resultados con una pulcritud de scriptorium, los cruza con los datos del calendario zaragozano que conoce de memoria y se atusa la barba con gesto preocupado. El otoño llega cuando se anuncia el invierno, la primavera vive de espaldas a Vivaldi y el verano para olvidar los recuerdos… El maldito tiempo, los tiempos malditos, si, los dos: El de las horas y el de los chubascos, el que vuela y el que nos hace volar con su levante enloquecido. Los dos tiempos que nos consuelan tan sólo a veces: una recacha, un minuto de paz, otro de gloria, cinco minutos contigo, una lluvia ligera al abrigo de la higuera…
Corre el tiempo y gira la luna, pasan los minutos y las nubes, es el mismo tiempo que congela nuestras miradas. Quien nos informa del tiempo no nos da la hora…nos anuncia tempestades y vientos flojos de componente este o aquel…
Vivimos confundidos, tal vez es la locura que acompaña a los habitantes de estas latitudes, esa extraña y calida sonrisa como si nunca supiésemos el día en el que vivimos (bendita virtud) como ahora, que no averiguo si mañana es nubes o si llueve sobre mojado. El Eremita tiene claro quien sueña despierto o lo hace dormido… Ahora dormimos, quizás mañana nos despertemos con lunes sin sol, ríos sin agua, bosques sin sombra, días sin horas y noches sin luna. Lo haremos con campanadas que no marcan las horas, sino las gotas de lluvia que caen de manera impetuosa en nuestras conciencias… lluvia acida de bosques desteñidos.

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